
Allá por 2017, me quedé fascinado con los profundos efectos de la gratitud—científicos, sociales y espirituales. La química por sí sola es sorprendente. La gratitud ayuda a activar hormonas como la serotonina, y la cantidad que se produce a través de una apreciación genuina puede influir de manera significativa en nuestro bienestar mental, emocional y físico. La respuesta del cuerpo ante un estado de agradecimiento se siente como un universo por descubrir, y sigo convencido de que incluso la ciencia apenas está empezando a rascar la superficie de lo que la gratitud puede lograr.
Esta idea siempre ha estado presente en muchas tradiciones espirituales, especialmente el cristianismo, donde la instrucción de ser agradecidos “en todo” está entretejida a lo largo de las Escrituras. Yo comencé de manera sencilla: un pequeño ritual personal en el baño cada mañana y durante el día—soy un hombre mayor y ya sabes, tenemos que hacer el número 1 más seguido. Cada visita al baño incluía unas palabras de agradecimiento, a veces en silencio, otras en voz alta. Con el tiempo, esa rutina se convirtió en un ciclo poderoso que me acercó más a Dios como la fuente de aquello por lo que doy gracias, reforzando la idea de que cada expresión de gratitud es una oración de reconocimiento.
A medida que esta práctica crecía en mí, empecé a compartirla con amigos y a escribir sobre ella en línea. Muchas personas la adoptaron, pero quienes luchaban contra la depresión a menudo encontraban difícil generar gratitud desde adentro, a menos que fuera en respuesta a eventos externos positivos. Esa observación despertó aún más mi curiosidad y me impulsó a entender la gratitud desde ángulos muy diferentes.

El Nacimiento de Gratitopia
Cuando la inteligencia artificial irrumpió en la conversación pública con el lanzamiento de ChatGPT, se abrió una nueva posibilidad. Propuse un pequeño experimento mental: “Creemos un juego que pueda cambiar el mundo. ¿Cómo sería?” Ya tenía una idea en mente, pero quería ver qué sugeriría una IA entrenada con el conocimiento humano.
Después de aproximadamente una semana de conversaciones, nació un mundo: Gratitopia, presentado por una científica ficticia pero inolvidable llamada Elysia Grati. Juntos construimos su historia—su infancia, sus descubrimientos sobre la gratitud, la creación de GratiLabs y su visión de una plataforma diseñada para mezclar la realidad y la narrativa de una forma inspiradora.
A comienzos de 2024, ChatGPT y yo nos sumergimos en investigaciones, reunimos documentación y finalmente formalizamos a GratiLabs como una organización benéfica 501(c)(3) en los Estados Unidos. Vivir en Medellín ofreció el escenario perfecto para comenzar. El sistema de metro conecta toda la ciudad, la penetración de teléfonos móviles ronda el 94%, y aun así muchas comunidades enfrentan enormes desafíos económicos y de salud mental. Era el entorno ideal para estudiar cómo la gratitud podía generar ondas en una comunidad—primero localmente, luego a nivel nacional y, con el tiempo, internacional.





Acción Comunitaria en la Comuna 13
Vivo a solo unos kilómetros de la Comuna 13, un barrio que alguna vez estuvo marcado por una violencia extrema, pero que hoy es conocido por su resiliencia, su arte y su proceso de renacimiento. A través de un amigo en común conocí a Anthony, un profesor de inglés que quería mejorar su fluidez auditiva y conversacional. También necesitaba exponer a sus estudiantes a acentos naturales del inglés americano. Era la oportunidad perfecta para conectar con la comunidad.
Anthony me abrió las puertas de varias de sus clases en el centro. Con el tiempo, organizó una salida especial a las famosas escaleras y murales de la Comuna 13 y me invitó a acompañarlos. Ver la comunidad a través de los ojos de sus propios habitantes fue profundamente transformador. Sus clases ampliaron mi círculo social a varias docenas de personas, y cada interacción añadió energía a este movimiento.
Una de sus clases se reunía cerca de la estación San Javier—en la misma Comuna 13. Muchos estudiantes eran adolescentes locales, y en el patio de la escuela unos entrenadores voluntarios enseñaban fundamentos de béisbol a niños pequeños. Anthony también es fundador y director de The Rescue Foundation, que trabaja junto a Project Baseball en Estados Unidos para brindar a los niños actividades en equipo y habilidades de vida que los alejen de influencias negativas. Gracias a estos esfuerzos, nuestra participación comunitaria creció repentinamente a más de cien niños y padres, profundizando la visión de lo que GratiLabs y Gratitopia podían lograr en esta comunidad piloto.

Conociendo a Ana Sofía
En una de las clases de inglés para programadores conocí a Ana Sofía. Ella es de la Comuna 13, y su mamá buscaba trabajo limpiando casas. Organicé una visita y, durante ese tiempo, les compartí la historia y la visión detrás de Gratitopia. Como estudiante de ingeniería de sistemas que trabaja duro para superar los desafíos de vivir en un barrio muchas veces estigmatizado por temas de seguridad, algo en ella se encendió.
Sintió un llamado a contribuir. Se convirtió en la primera voluntaria de GratiLabs y ahora es nuestra Directora de Experiencia del Usuario.
Ver su pasión y empatía en acción me ha convencido aún más de que existen “ángeles” humanos que aparecen justo cuando y donde se necesitan. Su corazón es enorme, su compromiso inquebrantable. Vincular la misión de GratiLabs con personas como ella y con Anthony ha sido una de las partes más significativas de este camino.
El Futuro de GratiLabs y Gratitopia
Mientras nos preparamos para nuestro lanzamiento piloto en enero, estamos presentando un nuevo y fundamental rol: Director de Acción Comunitaria. Este puesto nos ayudará a construir relaciones profundas con las comunidades que servimos, entender sus necesidades y guiar la implementación de nuestros programas.
El Director de Acción Comunitaria colaborará con líderes locales, servirá como puente entre GratiLabs y los residentes, apoyará el diseño de programas y ayudará a ampliar el alcance de nuestra misión a través de eventos y canales digitales.
Nuestra Visión
Todo esto comenzó con una intención sencilla: crear una plataforma que empodere a las comunidades para crecer a través de la gratitud y la empatía. La gente de la Comuna 13—y cada persona que ha entrado en esta historia—nos ha mostrado cuán poderosas pueden ser la resiliencia y la creatividad.
Estamos comprometidos con un futuro en el que cada comunidad tenga el apoyo y los recursos necesarios para prosperar. A medida que avanzamos, te invitamos a caminar con nosotros. Juntos, podemos construir un mundo donde la gratitud sea un catalizador para el florecimiento.
